Antes se decía que hacer ejercicio diario aumentaba el Coeficiente Intelectual (CI). Puesto que, afortunadamente, la neurociencia, la psicología y el sentido común ya han desterrado el CI como única medida de la inteligencia, aquella sentencia no nos vale de mucho. Se aseguraba que la práctica de 15 minutos diarios de deporte moderado ayudaba a ser más listo y aumentaba el CI.
Hoy no hablamos de inteligencia, sino de inteligencias, en plural. Son las diferentes vertientes de nuestra esencia como persona: inteligencia emocional, inteligencia espacial, inteligencia lógico-matemática, inteligencia social, inteligencia lingüística… Todas ellas conforman el ser, y no solo un número recogido en el ya desfasado CI. Se puede tener un CI muy alto y ser un inadaptado social o un inmaduro emocional. La persona inteligente es la que desarrolla todas sus diferentes inteligencias y aunque no despunte en ninguna de ellas.Entonces… ¿ya no sirve lo de “mens sana in corpore sano”? Sí, claro que sirve. Se mantiene la idea de que todas las inteligencias se ven ayudadas por el ejercicio diario. Se ha demostrado desde la medicina que así es. La neurociencia habla de oxigenación del cerebro; las conexiones entre neuronas (sinapsis) son más fluidas y nuestra capacidad para abordar decisiones y problemas es mayor cuando hacemos ejercicio físico. También la psicología canta las bondades del deporte físico, con términos como satisfacción, superación, autoestima… Sabemos que la práctica de ejercicio nos ayuda a sentirnos más a gusto con nosotros mismos y, como consecuencia, a relacionarnos con los demás sin complejos, a pensar de manera positiva, a mejorar nuestra calidad de vida y, en definitiva, a ser más felices.
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Son muchos los creadores que han convertido la práctica del ejercicio físico en su momento de inspiración. Está demostrado que al practicar deporte con moderación, el cerebro se relaja y es capaz de encontrar soluciones, generar ideas y crear. Ya nadie pone en duda eso. Las ideas atraen ideas, y en la medida en la que el cerebro está oxigenado y feliz, éstas surgen con mayor facilidad.
No desestimemos, pues, dos cuestiones: por una parte, que nuestra felicidad será el fruto de la armonía entre las distintas inteligencias que desarrollamos. Por otra, que el ejercicio físico moderado nos ayudará a que esa armonía sea real y a que nuestro cuerpo, que es el soporte físico en el que vivimos, evite lesiones, se adapte al paso de los años y nos haga sentir satisfechos.
Busca entre la infinidad de ofertas. Personalmente defiendo que se practiquen muy distintas y complementarias disciplinas, sin centrarnos en un único deporte. Pensemos que un único deporte nos hará trabajar solo determinados músculos y solo de determinada manera, lo cual es garantía de lesiones. Combina actividades, diviértete, esfuérzate. Alterna los ejercicios en grupo o en equipo con los deportes individuales, los aeróbicos y los anaeróbicos (estos con precaución), los indoor con los que se practican en plena naturaleza. Organiza tu tiempo de manera que cada día dispongas de 15 minutos para correr, hacer estiramientos, yoga, bicicleta, ir al gimnasio o dar paseos al aire libre. Verás cómo con la constancia, tu cuerpo mejorará, tu cerebro funcionará mejor, serás una persona más creativa y, como consecuencia, te sentirás más feliz. Eso sí, utiliza el material adecuado para evitar daños, pasa revisiones médicas y sonríe. Sonreír es el primer paso para la armonía entre inteligencias.