“- ¿Cómo se te ocurre hacer una cosa así a esta altura de tu vida?
– ¿Me estas llamando vieja?
– No, te estoy llamando inconsciente
– Ah, me asustaste”
Esa pequeña discusión la mantiene Elsa con su hijo en la película argentino-española “Elsa & Fred” (2005), sobre un romance entre dos adultos mayores, que tuvo su remake en 2013 con Shirley MacLaine y Christopher Plummer.
El mensaje es claro: nunca es tarde para enamorarse. Pero el amor no es algo que uno decrete. El comienzo o final de una historia de amor es azar, es tiempo, son circunstancias que se escapan de las manos, para bien o para mal.
Al respecto, ejemplos bien distintos se han dado en las últimas semanas. Tenemos, por un lado, el caso de Isabel Allende, que a sus 72 años, se ha separado de su marido Willie Gordon, tras 27 años de matrimonio. Pese a lo traumático de toda ruptura amorosa, han logrado hacerlo en paz. Divorciarse en buenos términos es, quizás, la mayor fortuna en un momento así. La escritora chilena, a través de su cuenta de Facebook, lo ha confirmado: “Como ya circuló la noticia, debo confirmar que Willie y yo nos hemos separado. Es muy triste, porque llevábamos 27 años juntos y hemos compartido lo mejor y lo peor de nuestras vidas. Ha sido una decisión bien pensada, pero seguimos siendo los mejores amigos, cuidando a las perras por turno, Olivia y Dulce, y ayudándonos mutuamente.”
Entrevistada por Ana Tagarro para XL Semanal, Allende explica que el motivo de su separación es que se acabó el amor: “Seguimos siendo muy amigos, nos hablamos, pero en un matrimonio hacen falta otras cosas, hace falta estar enamorado”. Pese al mal trago, la chilena sigue abierta al amor: “¡Claro que sí! No es que yo ande buscando, pero puede ocurrir. Yo me enamoré la primera vez cuando tenía siete años. ¿Por qué no me voy a volver a enamorar?”
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En el otro extremo, una historia de amor que está dando que hablar es la de Mario Vargas Llosa, de 79 años, con Isabel Preysler, de 64. Pero si algo tenemos aquí, es tela para cortar. ¿Podré resumirles esto? Haré el intento. Por un lado, Mario Vargas Llosa se casó a los 19 años con su tía política, Julia, y una década después se enamoró de su prima Patricia Llosa, quien era sobrina de Julia. Todo quedó en familia por 50 años. Hasta que el mes pasado se dio a conocer que el escritor peruano mantiene una relación amorosa con Isabel Preysler. Sobre ella, a saber: entre 1971 y 1978 tuvo su matrimonio más famoso, junto a Julio Iglesias, a quien le dio tres hijos. Años más tarde se casó con un marqués, relación de cuatro años con papeles y una hija juntos. En 1986 vuelve a contraer matrimonio, esta vez con Miguel Boyer y se convierten en padres de Ana. En 2014, Preysler enviuda. Esta mujer que sin dudas no le teme al matrimonio, en junio de 2015 comienza el sonado romance con Vargas Llosa. Varios medios informan que Patricia Llosa no tiene intenciones de firmarle el divorcio a su aun marido. Los hijos de él piden privacidad, los de ella se alegran por la felicidad de su madre. Bonito lío, quién lo diría.
Rupturas y romances, eso que estamos acostumbrados a ver sobre las estrellas juveniles a cada hora, hoy también se da más allá de los 60.
Lo importante es entender que con el tiempo todo cobra sentido y una relación estéril puede ser peor que la soledad misma; así como un nuevo romance puede ser esa inesperada bocanada de aire fresco que pensamos que no podía pasar. A los 20 o a los 60. O mucho mejor: cuando uno menos se lo espera.